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James Cook. El Cartógrafo del Pacífico

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Entre las grandes hazañas y avances científicos, históricos y técnicos del siglo XVIII, destaca sin lugar a dudas la gran expedición del almirante inglés James Cook, cartógrafo, geógrafo, astrónomo aficionado, Cook supuso un antes y un después en la geografía de Oceanía, hasta el punto de elaborar mapas cartográficos de tal precisión que los actuales se diferencian muy poco de los suyos.

Según la especialista Cristina Borreguero Beltrán, de la Universidad de Burgos, desde Cook la historia del Pacífico se convirtió en la de cada una de sus islas, además de convertirse en el precursor de importantes trabajos de hidrografía y astronomía náutica.

Capitán James Cook. Fuente.

Capitán James Cook. Fuente.

Para conocer al hombre detrás del mito, primero nos centraremos en su carrera y su procedencia. El origen de este explorador, cartógrafo y geógrafo, fue humilde, nació en el condado de York, Inglaterra, y  pese a que su destino bien hubiera sido acompañar a su familia en las labores agrícolas, el joven Cook optó por la vida en el mar. Comenzando como aprendiz en un navío mercante, Cook encontró su nueva aspiración. Años más tarde se alistaría en la marina inglesa, la Royal Navy, lo que lo llevó a participar en la Guerra de los Siete años, y en los conflictos canadienses (sitio de Quebec) , y gracias a sus habilidades, consiguió ascender siendo nombrado alférez de una pequeña embarcación.

Sus habilidades como geógrafo y cartógrafo fueron desarrollándose durante su período en la Armada, lo que propició que en 1766 la Royal Society (Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural), lo seleccionase para emprender una sorprendente expedición científica.

Por aquel entonces, se había pronosticado un fenómeno astronómico de gran importancia científica y singularidad, el planeta Venus pasaría sobre el disco solar en 1769. La comunidad científica había llegado a la conclusión de que el mejor lugar para observar este fenómeno serían  las proximidades de las Islas Marquesas, en el Pacífico.

De este modo, en 1768 Cook zarpó al mando del Endeavour desde Inglaterra, acompañado por el señor Charles Green, el Doctor Solander y el Doctor Bradley, el astrónomo de la Royal Society, que se encargarían de apoyar a Cook en la descripción y documentación del fenómeno, y por Sir Joshep Banks, naturalista, explorador y botánico. El periplo fue titánico, su itinerario le llevó a dar la vuelta al mundo desde Inglaterra.

El primer destino fue el oeste, se encaminó a Madeira y pasaron por Tenerife, para después continuar por el Atlántico sur, llegando a cruzar el Cabo de Hornos, y siguiendo la ruta del oeste hasta llegar a Tahití en 1769, donde se pudo documentar con éxito el tránsito de Venus por el sol. Según Marta Torres Santo Domingo, de la universidad Complutense de Madrid:

“Sólo hicieron falta unos pocos meses para realizar los experimentos y ya en junio se habían terminado, con éxito, las observaciones astronómicas. Mientras, Joseph Banks y Daniel Solander llevaban a cabo múltiples investigaciones etnológicas y botánicas en la isla tahitiana”.

Una vez que los científicos obtuvieron y analizaron todos los datos que pudieron recopilar de este evento astronómico, Cook puso en marcha la segunda parte de la misión, pues, si bien la observació de Venus había sido, en principio, el motivo prioritario de la expedición, el capitán y sus hombres recibieron órdenes por parte de las autoridades inglesas de continuar con la expedición hasta afirmar y reconocer la “Tierra Firme” de esas latitudes, actual Australia, a fin de mantener la supremacía inglesa en esta región del Planeta.  Por ello el Endeavour se dirigió hacia el Mar del Sur, donde, según expediciones anteriores, capitaneadas por Willem Janszoon y el español Luis Váez de Torres, (que habían arribado a las costras australianas) se encontraba este continente. Durante el trayecto exploró las Islas Sociedad, Nueva Zelanda, y aproximadamente 2.ooo millas de la zona oriental de Australia. Durante esta expedición, Cook atravesó el estrecho que separa las dos Islas principales de Nueva Zelanda, dándole el nombre actual de “estrecho de Cook”. Finalmente Tras más de tres años de travesía, Cook arribaba con su tripulación en Inglaterra, y entregaba sus diarios  y la documentación botánica, naturalista, cartográfica, geográfica compilada durante el viaje. Toda esta información supuso un hecho histórico tanto en resultados científicos, botánicos, médicos, astronómicos que deslumbraron a la comunidad científica del siglo XVIII, además de aseverar el dominio marítimo de Inglaterra sobre Nueva Zelanda y Australia, sus dos próximas nuevas colonias.

Debido a la fama alcanzada por Cook, la importancia de los descubrimientos científicos y el éxito de la primera exploración, el Almirantazgo de la marina británica encargó nuevamente al capitán Cook emprender un segundo viaje que tenía como misión circunnavegar el globo tan lejos como fuera posible, y determinar la posición de un posible continente (“Terra Australis”, la Antártida.) que, según las estimaciones se situaría entre América del Sur y Nueva Zelanda.

Si bien Cook no pudo determinar ni alcanzar la Antártida, sí que se convirtió en el primer hombre europeo, junto con su tripulación, en atravesar el Círculo Polar Antártico. Prueba de ello son sus diarios en los que declaró lo siguiente:

Creo firmemente que cerca del Polo Sur hay una gran extensión de tierras donde se forma la mayor parte de los hielos del gran océano meridional, pero ese continente se halla todo o casi todo, dentro del círculo polar, y los mares que lo rodean cubiertos de hielo lo hacen inabordable. Ofrecen tantos peligros que me atrevo a decir que nadie irá más lejos que yo”.

Por lo tanto, estimaba que sí que existía un gran continente de hielo en las latitudes más septentrionales del Planeta. Su segundo viaje, en definitiva, tuvo como consecuencia la ampliación del conocimiento geográfico sobre la región pacífica de las Islas Marquesas, Tonga y Nuevas Hébridas, además  trajo consigo el descubrimiento de Nueva Caledonia, Norflok y Pinos.

Herencia del éxito anterior y debido a la expansión colonial inglesa en Oriente junto el crecimiento de sus intereses económicos y comerciales (la India, China, rutas comerciales etc), los viajes de Cook no

Mapa de James Cook. Zona del Golfo de San Lorenzo. Canadá. Fuente.

Mapa de James Cook. Zona del Golfo de San Lorenzo. Canadá. Fuente.

se detuvieron, sino que, de nuevo, se le encomienda otra misión expedicionaria: buscar una ruta más corta que la de atravesar el Cabo de Buena Esperanza para comunicar Inglaterra con el Sudeste Asiático. (Mejorar la ruta que ya desarrollaron los portugueses en su circunnavegación africana a mediados del siglo XV). Esa mejora, pasaría por demostrar otro de los mitos geográficos del momento, la existencia de un paso en el Noroestre del Atlántico, es decir, atravesar América del Norte para comunicarse con el Pacífico (Bering). Para esta expedición Cook contó con dos embarcaciones, la Resolution y el Discovery, que contaba con una tripulación compuesta por especialitas científicos, cartógrafos, geógrafos, biólogos y naturalistas etc.

Se pone rumbo a Tasmania, llegando a Nueva Zelanda y recorre el Archipiélago de Cook, encaminándose más tarde hacia el norte llegando a Isla de Navidad y las Hawaii (archipiélago que se estima que fue alcanzado por los españoles en sus viajes a las Filipinas). Desde Hawaii prosigue por el litoral oeste de Norteamérica, bordeando Carolina del Norte hasta llegar al estrecho de Bering, el cual no pudo atravesar, por lo que desmitificó la existencia de un paso transitable. Regresó a Hawaii para pasar el invierno, donde, al parecer, durante una escaramuza con los nativos locales, el Capitán Cook  fue apuñalado y golpeado, perdiendo la vida el 14 de febrero de 1779.

 Las hazañas de sus expediciones, unidas a la temprana muerte a manos de indígenas, hicieron que James Cook se convirtiese en un mito y un símbolo en la época. La figura del almirante suscitó gran interés y dio lugar no sólo a la publicación de los grandes descubrimientos científicos alcanzados, sino también de  sus diarios de navegación donde se describían las gentes y las zonas geográficas tan lejanas que él y su tripulación habían alcanzado, convirtiéndose casi en un género literario de gran éxito en la Inglaterra del siglo XVIII.

Igualmente los importantes descubrimientos geográficos y cartográficos que documentaron con fidelidad la composición de los archipiélagos pacíficos, sus latitudes, su naturaleza, sus singularidades biológicas, sus habitantes, trajeron de la mano importantes avances en diversas disciplinas científicas, entre ellas, la medicina.

El motivo de esta última afirmación procede del hecho de que ninguno de los tripulantes del primer viaje perecieron en el trayecto debido a la terrible enfermedad del escorbuto (el terror del mar). el principal responsable de este hecho fue el brillante médico escocés James Lind, en cuyos estudios había concluido una relación directa entre esta enfermedad y la carencia de frutas y verduras frescas, especialmente los cítricos, por lo que  escribió y publicó en numerosos escritos la necesidad de llevar a bordo en los largos viajes, limones. Esta teoría había caído en saco roto y apenas tuvo eco ni relevancia entre la comunidad científica ni la sociedad, hasta la llegada del doctor a la tripulación de Cook, el cual creyó a pies juntillas sus indicaciones y obligó a llevar un cargamento de limones y naranjas en la expedición, que eran renovados en cada escala, además, se tomó por obligación una serie de normas de higiene y alimentación a fin de prevenir cualquier tipo de enfermedad infecciosa. El resultado fue muy alentador, ya que ningún tripulante pereció durante el  trayecto, y en base a este descubrimiento se comenzaron a desarrollar estudios a cerca de las causas del escorbuto y su relación con las carencias alimenticias.

Bibliografía.

FLORISTÁN, A., Historia Moderna Universal”, Ariel: Madrid, 2002.

RHYS, E., “The Voyages of Captain Cook”, Wordsworth: London, 1999.

TORRES SANTO DOMINGO, M., “Los Viajes del Capitán Cook en el siglo XVIII. Una revisión Bibliográfica”, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Vol. VIII, nº 441, 20 de abril de 2003.

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